Melón
y sandía son los reyes entre las frutas del verano. Refrescantes, atractivos
por el color y por el sabor, su presencia es casi obligada en los
hogares durante los meses estivales.
Además, los nutricionistas no dudan en incluirlos en las dietas
hipocalóricas.
Mientras que la sandía se recomienda en cualquier caso, al melón le
persigue el mito injustificado
de que engorda mucho, y existe la creencia de que los diabéticos no
lo pueden comer.
El
melón
(Cucumis
melo)
es
un pariente cercano del pepino (Cucumis
sativus).
En su composición destaca el contenido en agua, entre un 80
y un 88
%
de su peso, lo que le convierte en un “hidratante”
ideal. Si nos fijamos, la cantidad de azúcares
que aporta puede variar entre los 9
y los 13
g
(x 100g), los mismos que idéntica cantidad de otras frutas como
melocotón,
pera, piña, o ciruela,
y algo menos que 100 g de manzana. Con sólo
37 Kcal por 100 g,
es una fruta ideal para incluir en cualquier dieta hipocalórica.
Otra
de las bondades del melón es la presencia de betacarotenos
y potasio.
Los primeros son precursores de la vitamina
A,
tienen una demostrada acción antioxidante
y contribuyen a reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares y
degenerativas, además de mejorar el aspecto de la piel y el
bronceado. El potasio
es un mineral imprescindible para el organismo y, junto con el
agua, contribuye a hacer del melón un magnífico
diurético,
muy apropiado para personas con hipertensión arterial y retención
de líquidos, si bien su consumo se ha de restringir en casos de
insuficiencia renal.
La
sandía
(Citrullus
lanatus)
es la fruta con mayor cantidad de agua,
un 93
%
de su peso, (llega a ser el sustituto del agua en algunos países de
África en época de sequía). 100 g de sandía apenas aportan 5
g de azúcares,
por lo que su valor calórico es muy bajo (22
Kcal por 100 g).
También es rica en potasio
y, como el melón, favorece la eliminación de líquidos. Entre sus
nutrientes destaca el licopeno,
un potente antioxidante del que muchos estudios científicos han
demostrado un importante papel protector
frente al cáncer de pulmón, de páncreas, de colon y
de próstata.
La sandía, al tener más
agua y menos calorías que el melón, permite tomar raciones más
grandes, de modo que sacia más con un menor aporte calórico. No
obstante, ambos, melón y sandía, son igualmente recomendables
cuando queremos perder peso.
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