lunes, 27 de julio de 2015

ACTIVOS MARINOS EN COSMÉTICA: LA BELLEZA QUE VIENE DEL MAR

Puesto que la cara es el espejo del alma, las mujeres, mayoritariamente pero cada día más también los hombres, han intentado tener una piel sana, bien cuidada, bien hidratada, y casi sin imperfecciones. Hoy en día se intenta disimular al máximo, o retrasar, la aparición de las arrugas y la flacidez, y lograr así un aspecto más juvenil.
La industria cosmética invierte tiempo y dinero en investigar nuevos ingredientes y sus efectos sobre la piel, y los busca principalmente en la naturaleza. Los extractos o derivados de plantas no son una novedad pues desde antiguo se han empleado esencias como la camomila o el jugo de aloe vera, por citar sólo dos ejemplos. Hay extractos vegetales en casi todas las cremas de nuestro tocador, e incluso las pomadas de uso médico tienen alguno de estos componentes, como la centella asiática empleada por su acción cicatrizante.
Además de plantas, se usan como activos cosméticos diferentes compuestos procedentes del mar, que también han revelado efectos beneficiosos sobre la piel; desde la propia agua de mar, que aporta minerales, hasta el ADN marino, pasando por distintos tipos de algas.
Las algas se vienen usando desde hace siglos en los tratamientos de talasoterapia (balnearios de agua de mar), y desde mediados del siglo pasado se han incorporado a la cosmética para aprovechar sus propiedades hidratantes, emolientes (ablanda los tejidos), tonificantes, y nutritivas.
Podemos dividir las algas que habitualmente se usan en cosmética en 2 tipos: microalgas y macroalgas.
Son microalgas la Spirulina, la Dunaliella y la Chlorella; las 3 tienen acción hidratante, y, de manera particular la espirulina tiene capacidad antienvejecimiento.
Las macroalgas se clasifican en algas pardas, rojas, y verdes.
  • Pertenecen al grupo de las pardas la Laminaria, que es emoliente y reafirmante; el Fucus, que favorece la retención de agua en el estrato córneo de la piel (hidratante), y reblandece los tejidos (emoliente), y la Durvillea, con propiedades reafirmantes y antirradicales libres.
  • Las algas rojas se usan para modular la textura de la crema.
  • El alga verde más empleada es la Ulva lactuca, rica en clorofila, que proporciona hidratación y capacidad cicatrizante.
El agua de mar proporciona sales minerales orgánicas que son biodisponibles y sirven para nutrir la piel. Además, es antibiótica y bactericida (elimina las bacterias nocivas e impide su proliferación), respetando la flora microbiana beneficiosa de la piel.
El último ingrediente en incorporarse a la cosmética es el llamado ADN marino. Se trata de un extracto creado a partir de esperma de salmón, capaz de absorber 10.000 veces su volumen de agua, por lo que tiene un gran poder hidratante. Asimismo, sus bases nucleótidas atrapan los radicales libres actuando como antioxidante frente al envejecimiento. También se ha comprobado que el ADN marino promueve la formación de colágeno, lo que favorece la regeneración de la piel y la reparación de cicatrices y marcas.
Estos ingredientes se integran con extractos vegetales que complementan su acción, obteniéndose cosméticos de alta calidad. Un valor añadido de estas cremas es la ausencia de parabenos, sustancias conservantes que no han demostrado estar libres de efectos perjudiciales para la salud, y que pueden provocar reacciones alérgicas.

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